INTERDEPENDENCIA EN LAS RELACIONES

Vivimos en un mundo que está continuamente clasificado y normalmente en los extremos: lo bueno y lo malo, lo que está bien y lo que está mal, lo masculino y lo femenino… Parece que entre los dos opuestos no hay nada más y normalmente acabamos aferrándonos a uno de los polos y negando el otro. En Gestalt se habla de polaridades, las polaridades están dentro de cada persona y cuando generan conflicto está relacionado con no poder asumir ambas al mismo tiempo, generando así una pelea interna que desgasta y consume mucha energía. No aceptamos aquello que tenemos mentalmente clasificado como “negativo” o al contrario, a veces, no somos capaces de aceptar aquello que tenemos clasificado como “positivo” y que creemos que no merecemos.

Nuestro cerebro realiza la clasificación de forma automática, es más sencillo para él clasificar automáticamente las cosas en un lugar o en otro, pero esta clasificación automática nos impide ampliar la mirada tanto hacia nuestro interior como hacia otras personas. Nos limita a la hora de relacionarnos, actuar y sentir, dificultando el descubrimiento de otras maneras y formas más auténticas y con menos juicio.

Tenemos la gran suerte de que nuestro cerebro es como un músculo y podemos ejercitarlo, somos capaces de ampliar la mirada si ponemos consciencia en ello, la mayoría de las veces no nos damos cuenta ni de las clasificaciones automáticas que estamos realizando. ¿Te ha pasado alguna vez?  ¿Te has etiquetado o has etiquetado a alguien dentro de una clasificación?

 Es curioso, pero creo que todavía dedicamos poco tiempo a cuidar nuestros pensamientos, emociones y sentimientos. Tendemos a ejercitar nuestro cerebro hacia el aprendizaje académico, orientado a la adquisición de nuevos conocimientos que se supone que “nos hacen muy inteligentes y nos preparan para la vida” pero no solemos dedicar tiempo a escuchar cómo pienso, a ver cómo me juzgo y cómo juzgo a las demás personas y, nos demos cuenta o no, esto nos influye diariamente en nuestro sentir y en nuestra acciones. PENSAR, SENTIR Y ACTUAR en consonancia, qué maravilla y que difícil si no pongo atención plena.

Dentro de estas dicotomías de la vida, que nos encontramos diariamente y que nos encorsetan en un determinado lugar, hoy quería hablar de la dependencia, independencia y de la interdependencia, paradigma que en mi opinión se tiene poco en cuenta.

La dependencia: palabra ampliamente conocida y que seguramente te genere una emoción o sensación. ¿Qué te genera? Nacemos como seres dependientes, necesitamos que nos cuiden en un plano físico, emocional e intelectual. Y poco a poco nos vamos independizando, comenzamos a entender que somos seres diferenciados, empezamos a realizar acciones de forma autónoma, maduramos (unas personas antes y otras más tarde). Cada vez somos seres más independientes a nivel físico, emocional, mental y económico.

Cuando seguimos siendo dependientes en un plano emocional, tendemos a poner la responsabilidad de lo que me ocurre en la otra persona. Tú no me haces feliz, tú tienes que cuidar de mí, esto no sale por tú culpa, etc.

Independencia, palabra que seguro que también te genera ciertas emociones o sensaciones. ¿Qué es lo que te genera? La independencia es la capacidad para ser una persona autónoma, actúo, pienso y siento sin depender de nadie. Creo que soy “libre”. Desde la independencia actuamos bajo el YO: yo puedo hacerlo, yo no necesito a nadie, yo elijo, yo decido, etc.

Creo que ambos conceptos los hemos escuchado desde pequeños y pequeñas. A cada persona nos habrá llegado un mensaje sobre esto, el mensaje que a mí siempre me ha llegado ha sido “tienes que ser independiente”. ¿Qué mensaje te han dado a ti?

Interdependencia. ¿Qué te sugiere esta palabra? ¿La has escuchado tanto? En mi opinión, es una palabra que no hemos escuchado tanto, una palabra que no entra de forma automática en nuestras clasificaciones. Si nos paramos a observar, todo en la naturaleza es interdependiente; la flor necesita del sustrato de la tierra y de la lluvia para crecer, de los polinizadores para seguir reproduciéndose, del sol para realizar la fotosíntesis y así, cada elemento de la nauraleza, está perfectamente diseñado para cumplir su función y ser interdependiente.

Los seres humanos nos olvidamos de esto. Creemos que somos independientes, desde nuestro YO y nuestro ego, se nos olvida ampliar la mirada. Ahora, parece que somos un poquito más conscientes de esta interdependencia, el trabajo de reponedor, de cajera o cajero, pasan a ser importantes. Trabajos que anteriormente no había sido valorados.

Y esta falta de consciencia de interdependencia que aplicamos a un nivel “macro” cuando no tenemos en cuenta que cada persona del sistema en el que vivimos realiza una función importante y me aporta valor, que cada árbol, planta, río o montaña es necesaria para mí, que cada acto tiene unas consecuencias para otra persona, la realizamos también a un nivel “micro”, en nuestras relaciones más íntimas y creo que especialmente en nuestras relaciones de pareja.

Hemos partido de la idea del amor romántico y la media naranja, en la que se generaba, y aún hoy día se genera, una dependencia emocional hacia otra persona con la idea básica de que tú vienes a cubrir todas mis necesidades, a hacerme feliz y a completarme y si no soy feliz, tú eres el culpable...

Flaco favor ha hecho esta definición de las relaciones de pareja, generando en algunos casos tal dependencia que la persona acaba por perder parte de su identidad en la fusión con la otra persona. Y por otro lado, veo que en algunos casos, que la idea arraigada de tener que ser independientes lleva asociada una dependencia. Una dependencia al miedo; miedo a compartir, miedo a enarmorarme, miedo a mostrar mi sombra, miedo a entregarme, miedo a mostrar mi vulnerabilidad, miedo a pedir ayuda… Conozco relaciones de pareja que, desde esta idea de independencia están “pasando la vida” con alguien que ni siquiera conocen de verdad, donde no hay una comunicación sincera ni una vida compartida, donde yo hago mi vida, tú la tuya y ya si eso vemos una peli. No vaya a ser que si creamos una relación profunda y sincera caigamos en la dependencia.

La idea de la interdependencia es el paradigma del nosotros. Juntos podemos aportarnos valor mutuamente, juntos podemos crecer y desarrollarnos como personas, juntos podemos apoyarnos. Formar un equipo en cualquier tipo de relación, un equipo en el que cada persona aporta y suma.

No podemos llegar a tener relaciones bajo el paradigma de la interdependencia si antes no hemos pasado por la independencia y antes, por supuesto, por la dependencia. Es un proceso en el que es importante ir escalón a escalón.

Nacemos como seres dependientes y poco a poco vamos construyendo nuestra independencia, básica e imprescindible para ser dueños o dueñas de nuestro ser. Si no somos independientes cargamos a la otra persona con nuestros anhelos, heridas o exigencias, ponemos nuestro valor en lo externo en lugar de lo interno; pero aferrarse a la idea de independencia como la única opción para no ser dependientes impide seguir avanzando. Avanzar en dar un paso más en nuestro desarrollo personal para generar relaciones reales y profundas, en las que me puedo compartir y que me potencian a mí y a la otra persona, en las que reconozco mi valía sin necesidad de lo de fuera y también acepto mi necesidad de amor y cariño, de darlo y recibirlo. Relaciones en las que tengo mis propias ideas que, si se comparten, crecen y se amplían con la mirada de la otra persona.

Te invito a reflexionar sobre esta idea de la interdependencia, introducir colores en este mundo que parece que solo funciona desde los opuestos, desde el blanco y el negro.

Y para terminar, dejo unas palabras de Fritz Perls que considero base para esta idea de interdependencia:

Yo soy Yo.
Tú eres Tú.
Yo no estoy en este mundo para cumplir tus expectativas
Tú no estás en este mundo para cumplir las mías.
Tú eres Tú.
Yo soy Yo.

Si en algún momento o en algún punto nos encontramos
será maravilloso.
Si no, no puede remediarse.

Falto de amor a Mí mismo
cuando en el intento de complacerte me traiciono.

Falto de amor a Ti
cuando intento que seas como yo quiero
en vez de aceptarte como realmente eres.

Tú eres Tú y Yo soy Yo.

Gracias por compartir tu tiempo conmigo.

Related Articles

Esta web usa cookies para mejorar tu experiencia. Al hacer clic en el botón Aceptar, aceptas el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos.    Leer más
Privacidad